jueves, 6 de marzo de 2014

Hacerse una idea del polvo.

Como el resto de la clase, me veo en la interesante obligación de elegir un ejercicio 'diferente' sobre el que escribir. Las opciones no las inventábamos nosotros, claro, sino que las sacó nuestro queridísimo y grandioso profesor de filosofía, Jesús Zafra. La verdad es que había propuestas bastante sonantes, como realizar una comida al revés, organizar un concurso de sorpresas, inventar falsas leyes científicas... pero yo, como soy más impresionable que todas las cosas, elegí como principal opción hacerme una idea del polvo. Realmente, no sabíamos de qué trataba cada prueba hasta que la elegíamos, que era cuando nos daban la parte correspondiente del libro en la que venía explicado sobre qué trataba. Para mí fue bastante decepcionante. Cuando pensé en hacerla, se me pasaban por la cabeza muchas opciones de cómo podría ser y se me ocurrió elegirla porque resultaba bastante cómico realizar algún ejercicio sobre algo que no me hace ningún bien. Soy alérgica al polvo. De todas formas, algunas de las posibilidades que se me pasaron por la cabeza fueron que podría tratarse de mirar el polvo y hacer una reflexión simple u observar cómo se deposita en tu mesa de noche sin que puedas evitarlo. Pero no, cuando el artículo dice hacerse una idea del polvo, es hacerse una idea del polvo. Básicamente, la prueba consiste en que hacerse una "idea" del polvo es buscarle forma, para lo que necesitaría mucho tiempo y visitar muchos lugares para comprobar que en todo el mundo el polvo no es más que eso, polvo, sin forma, sin idea, así de simple. Así que porque puedo y porque quiero (espero que esto no reste puntos en la evaluación) he decidido modificar un poco el ejercicio.
El otro día, como todos los otros días, tuve que hacer limpieza en mi casa. No sería bastante raro si no se me hubiera pasado por la cabeza la idea de "¿por qué no limpiar la parte superior de aquel típico armario que todo el mundo tiene y al que seguro que nadie le limpia el techo?". No es por quedar como la sucia de mi casa, pero si no llego al armario, pues no llego y punto, no me molesto en subir una escalera para algo tan estúpido como eso que sólo lleva sin limpiarse desde la última vez que se pintaron las paredes de la habitación hace cuatro años. Bueno, el tema es que me subí a la escalera (con guantes y mascarilla; protección ante todo siempre) y observé la aglomeración de polvo. Pero visto así, no era más que polvo, sin nada particular. Cualquier otra persona seguramente hubiera soplado para ver cómo se tambaleaba de un lado a otro flotando en el aire. 
Como no contaba con esa opción, me limité a observar el polvo buscando la posibilidad de encontrarle la "forma". No encontré más que capas de polvo almacenadas durante años en la que se podía casi diferenciar cada grumito de polvo y que lo único que hacían era darle antigüedad a ese armario en el que se encontraban. 
Como no sabía qué más hacer, me limité a limpiar el polvo y, para mi sorpresa, pasó aquello de lo que siempre he oído hablar a mi madre y a lo que nunca he creído porque me parecía una estupidez: se formó una pelusa. Puede que para ti que me estás leyendo, esto te resulte estúpido, pero para alguien que tiene alergia al polvo como soy yo, me resulta fascinante, ya que, debido a esto, en mi casa hay que limpiar cada dos días. 
Continuando con mi fascinación, se me ocurrió meter aquella pelusa en agua, pero sólo la mitad, para ver qué pasaba. Aunque llevara guantes, al tacto resultaba bastante espeluznante tocar algo y notar cómo se te deshacía en las manos sin poder evitarlo. Ya para terminar mi experimento, hice aquello que de otra forma nunca habría hecho: soplar el polvo. Ahora es cuando te preguntas cómo has podido acabar leyendo el artículo de alguien así, sin sentido alguno. Un artículo que parece tratar sobre un tema diferente como es hacerse una idea del polvo y que una lunática hable sobre su experiencia como persona alérgica que es. Pues te digo que es bastante relevante porque la pelusa, como era de esperar, se convirtió en polvo y pude observar que aunque a primera vista todas las motitas parecían iguales, no lo eran. Quizá esto sea debido a que se me ocurrió soplar el polvo apuntando hacia una ventana por la que entraba bastante sol y me permitió diferenciar (aunque no con mucha calidad) que el polvo no tenía por qué ser un sólido. Porque, si lo piensas, ¿cómo es posible que un sólido pueda sostenerse durante tanto tiempo en el aire y pueda viajar teniendo una "forma" tan poco dúctil? 
Repito que es posible que para ti que lo lees, esto no valga tanto como para alguien que tiene esta experiencia por primera vez, así que ahora, hablando sobre el tacto de la parte de la pelusa que estaba mojada, parecía no ser nada, como si se disolviera en el agua, o que simplemente fuera un componente más de ésta. 
Como conclusión dejo como consejo que no el artículo que más te llame la atención tiene que ser el más interesante, ni tampoco por eso al ponerlo en práctica tiene que ser aburrido; puede que el azar haga algo más por ti que lo que tú esperas que pase. ¿O quizá no existe el azar?


Existe el destino, la fatalidad y el azar; lo imprevisible y, por otro lado, lo que ya está determinado. Entonces como hay azar y hay destino, filosofemos.

3 comentarios:

  1. Nunca había leído un experimento tan curioso y extraño, pero cada uno ve las cosas a su manera y le puede dar menos o mas importancia. Creo que es una entrada muy buena solo por tu valentía de cambiar de tema aunque sea raro o una tontería para algunos y ser creativa. Me ha gustado mucho y espero seguir leyendo más entradas como esta.

    ResponderEliminar
  2. Madre mía Violeta, creo que es la primera vez que me entusiasmo tanto leyendo un artículo, al leer el título sinceramente no me llamó para nada la atención, abrí tu entrada porque eres tú y sé que escribes genial, pero me he sorprendido al leerlo. Me ha encantado ese cambio que le has dado, y me ha resultado bastante divertida la experiencia tuya con el polvo. También tengo que decir que me ha gustado mucho la última frase, es una forma muy bonita de terminar un artículo. Mi enhorabuena, sigue así.

    ResponderEliminar
  3. He de decir ante todo que leí esta entrada hace ya bastante tiempo, porque estaba aburrida (¿aburrida en segundo de Bachillerato? pensaréis, pues si, y no porque no tuviese nada que hacer sino porque era uno de esos días que no quieres hacer nada y nada te motiva), así que decidí entrar a ver las entradas de filosofía, y sin duda esta fue una de las que más me gustó, tanto que hasta me hice una nota mental para comentarla.
    En primer lugar, el título me llamó desde que lo leí, me imaginé un artículo sobre la inmensa cantidad de polo que hay a nuestro alrededor y del que no nos percatamos. Yo también soy alérgica al polvo pero aun así eso de leer algo que me hiciese consciente de tal cantidad de basura que respiramos, comemos y con la que estamos en continuo contacto me maravilló. Sin embargo cuando empecé a leer (al igual que te pasó a ti) me dí cuneta de que iba de algo muy diferente que en un principio fue como "joo pues esto no es lo que yo quería"
    Pero como creo que es obvio por la manera en la que está escrita la entrada, con ese humor oculto pero evidente, no pude dejar de leer, y a pesar de que el tema no era el que esperaba, al final hasta me resultó interesante eso de intentar buscar una forma general del polvo y mucho más esa idea loca tuya de ponerte a mojar pelusas!!

    Sinceramente el artículo está genial ya que cuando lo leía se me transmitía ese entusiasmo de soplar polvo y observarlo siendo realmente consciente de que lo estás haciendo por primera vez. En serio, me ha encantado :D

    ResponderEliminar